SUPERESPÍAS

Página dedicada a los SUPERESPIAS que han poblado de imagenes nuestras grandes y pequeñas pantallas.

LA INDUSTRIA CINEMATOGRAFICA




Como hemos dicho, no es este el sitio en el que vamos a hablar del alambicado mundo de los espías reales a través del cine, sino de sus sucedáneos, estos que nacieron a partir de 1962, año en el que se estrena el primero de los Bond: DR. NO (Agente 007 contra el Dr. No) Terence Young. Es a partir de ese gran suceso mundial que se esparcen por todo el mundo miles de agentes secretos cinematográficos con siglas imposibles que siguiendo el modelo impuesto por Sean Connery intentan alcanzar su rincón en la gloria cinematográfica. Solo entre 1964 y 1967, época del máximo apogeo, se llegaron a rodar más de 500 películas con características similares… Sin embargo esa moda que nace de forma inmediata también se diluye rápidamente y en 1969 a penas se ruedan un par de pseudo-bonds.

Las causas habría que buscarlas en las pequeñas productoras de países como Italia, España, Francia o Alemania acostumbradas a constantes co-producciones de filmes de género. Y que en 1962 ven acabar el filón de los “peplums”, de los que tan bien vivían, y prueban suerte con este nuevo tipo de filmes en donde pueden seguir colaborando entre distintas nacionalidades, ahora incluso con más justificación ya que los agentes secretos suelen moverse por varios países y enfrentarse a enemigos de distintas procedencias. Como dato curioso, constatar que a este filón, siguió otro dedicado al “western” que duro bastantes años. A las películas del “Oeste” americano le sucedió la moda de los “giallos”, esas películas medio de terror/medio suspense con toda clase de asesinos y asesinas acechando por las calles a media noche, gracias al enorme éxito de las primeras películas de Dario Argento. Y estas estrechas colaboraciones entre productoras europeas terminaron con el ultimo gran negocio que descubrieron gracias al éxito del filme EMMANUELLE (Emmanuelle) 1974, Just Jaeckin, y que consistía en escribir guiones (¿?) en los que hubieran cientos de excusas para desnudar a cuanta señorita apareciera por la pantalla… naturalmente este genero “erótico”, desembocó en lo que hoy conocemos como “porno” y acabó, en cierto modo, con el negocio de las co-producciones de serie B.


Al filón de los filmes pseudo-bonds, que duró cerca de diez años, le faltó quizás, el director, o el productor que diese un giro a la estética o al argumento, tal como ocurrió solo dos años mas tarde con el spaghetti-western, donde la visión de un Sergio Leone revolucionó un genero hasta aquel momento estancado. Aunque quizás seria mejor decir que fueron Terence Young y sus productores quienes dieron ese golpe de timón al crear el que ya seria el agente secreto mas famoso del mundo, y que cambió un tipo de filmes absolutamente en desuso después de la segunda guerra mundial, y que se habían convertido en reflejo de una triste realidad sin ningún tipo de atractivo para el gran publico que suele llenar las salas de cine.

Pero, insistiendo en el tema, en los “spaghetti-western” ya que aunque fuera a la sombra de Leone, allí sí surgieron auténticos especialistas que crearon películas de factura mas que interesante como Sergio Sollima o Sergio Corbucci -entre otros- sin embargo, estos mismo realizadores no estuvieron a la misma altura cuando abordaron el tema del súper-espía, limitándose a fotografiar –casi siempre en scope- peleas y persecuciones en ambientes exóticos con actores de cartón piedra, argumentos de ciencia ficción -incluso los que no lo pretenden lo son- y un montón de chicas guapas que solo sirven de complemento al héroe de turno. Ni siquiera aparece en este tipo de producciones un actor emblemático como surgieron -por seguir con la comparación- en los westerns europeos –aunque también curiosamente esos mismos actores eran los que aparecían simultáneamente en los dos géneros casi sin tiempo a asimilarlo. Y, aunque se intentó todo para crear una industria que tuviera continuidad durante mas tiempo del que duró, no se consiguió, quizás porque las películas no tuvieron detrás ni los actores, ni los guionistas, ni los directores idóneos, y hoy solo puede contemplarse como un “boom” cinematográfico que permitió a la industria moverse con cierta tranquilidad económica durante los años que existió.

Aunque quizás no deberíamos generalizar tanto ya que, como luego veremos, sí surgieron de forma esporádica algunos directores o títulos con cierto interés. Sin embargo su ejemplo no tuvo continuidad y ya en los años 70 el genero de los súper-espías había prácticamente desaparecido, con la honrosa excepción de JAMES BOND, que aunque en 1967 se teme que sufra una definitiva desaparición, aun vuelve a exhalar un nuevo respiro en 1971 para cambiar de forma definitiva en 1973 con la incorporación de Roger Moore y crear unos nuevos elementos en los planteamientos de producción.
Tal vez fuera la aglomeración de tantos filmes de agentes secretos de 2ª la causa de esos nuevos aires que consiguieron mantener a la mas longeva de las series cinematográficas. La prioridad de la acción pura y dura frente a las historias mas o menos interesantes de las novelas de Ian Fleming, la incorporación de nuevos villanos y chicas distintas en cada episodio, las localizaciones de exteriores, el soterrado sentido del humor del agente Bond/Moore, unas composiciones musicales de cantantes archi-famosos y esos constantes “gadgets” que ya son marca de la casa Bond fueron las decisiones que consiguieron mantener a flote al agente 007. Porque a decir verdad, muy pocos espectadores, a menos que sean fanáticos de James Bond, podrán recordar los argumentos de los filmes del 007 mas allá de las 3 o 4 primeras películas. Todas parecen cortadas por el mismo patrón. Así acabamos recordando los títulos de la serie más por sus actores, o sus canciones, que por sus historias. ¿Quién recuerda algo de “Octopussy”?, por ejemplo… y no digamos ya de “Licencia para matar” con un soseras Timothy Dalton que a punto estuvo de acabar con la serie. La realidad, al margen de fans y estudiosos, es que el publico sigue acudiendo a ver los filmes de James Bond por lo que de mito significan, más que por el interés de dejarse envolver con una emocionante historia como la que planteaba “Desde Rusia con Amor”, en la que se partía de una base de posible realidad y conseguía mantener una emoción y un suspense constante.


Pero los pseudo-bonds al igual que los “peplums” y los “giallos”, mas allá de sus mas o menos valores artísticos, significaron la posibilidad de mantener la industria cinematográfica, gracias a que todavía existía una gran demanda de filmes digamos de serie B (aunque personalmente prefiero llamarlos como lo que realmente eran: películas populares), que servían para que el espectador pudiera evadirse de sus problemas cotidianos y vivir aventuras en parajes exóticos, con chicas impresionantes y con esas dosis de exageración y humor que solo el cine industrial puede ofrecernos. También era la manera de que directores, que luego podían realizar películas más personales, adquirieran una experiencia práctica, así SERGIO LEONE, CLAUDE CHABROL, YVES BOISSET, CLAUDE SAUTET... y otros tuvieron su primera oportunidad en este tipo de co-producciones.

Sirva también este estudio para recordar las miles de aventuras que vivieron espías de todas las nacionalidades ante nuestras narices con un desparpajo y una falta total de complejos y de pudor -todo hay que decirlo- que en el fondo son la base para disfrutar de esos filmes que nos retrotraen al olor de los cines de “sesión continua” y que ya forman parte de la nostalgia cinematográfica, esa nostalgia que hace que revaloricemos un tipo de cine intrascendente pero necesario y con gran encanto, en unos tiempos en que no había mas distracción, que divertirse en la oscuridad de los cines soñando en ser superhéroes y que mas allá de nuestra gris rutina podíamos vivir aventuras increíbles al lado del James Bond de turno.

Y como dato puramente estadistico destaquemos que en nuestro país los filmes de Bond llegaron a tener una media de 2.000.000 de espectadores, y los de pseudo-espías congregaban una media de entre 1.000.000 y 600.000 espectadores por película, lo que pone de manifiesto lo boyante del genero y la industria.

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